A veces necesitamos desconectar de tanto rollo profundo y dejarnos llevar por una comedia como ‘Te quiero, imbécil’. Ocho años después, Laura Mañá regresa a la dirección tras películas como ‘Clara Campoamor, la mujer olvidada’ (2011), ‘La vida empieza hoy’ (2010) o ‘Palabras encadenadas’ (2003), entre otras. Aunque esta vez, la crítica social y profunda la deja de lado para regalarnos un buen rato de entretenimiento y risas. ‘Te quiero, imbécil’ es una comedia al más puro estilo británico y que en su llegada a Netflix hace un par de semanas se ha situado rápidamente en el top10 de la plataforma.

Marcos, un Quim Gutiérrez (‘El vecino‘, ‘Ventajas de viajar en tren’) al más puro estilo de su personaje en ‘Primos’, es un treintañero al que su novia le deja justo en el momento en que decide pedirle matrimonio. Por si fuera poco, seguidamente le echan de su trabajo y vuelve a casa de sus padres. Es en ese momento cuando tendrá que reinventarse y adaptarse al estilo de típico “hombre del siglo XXI” con ayuda de un gurú informático (interpretado por un Ernesto Alterio que nos regala los mejores momentos del filme) y de su amigo Diego (Alfonso Bassave). Todo ello mientras se encuentra después de años perdidos de relación con una antigua amiga del colegio. Raquel, una Natalia Tena que rebosa naturalidad y optimismo, se convertirá en su confidente y en la visión femenina y coherente de la trama.

Una comedia romántica que no nos aporta nada nuevo. Llena de clichés no llega a profundizar en temas interesantes que se plantean como: las etiquetas, las redes sociales, el uso de las aplicaciones de ligue y la presión social por ser el prototipo de persona que se espera. En este aspecto, se aleja bastante de a lo que Laura Mañá nos tiene acostumbrados. Y es una lástima que, rodeados de tanta comedia, no se utilice el género para profundizar en algunos aspectos que podrían ser resultones y despertar un mayor interés por la película.

Lo más destacable de ‘Te quiero, imbécil’, y uno de los fuertes donde recae todo el jugo de cualquier comedia, es la interpretación del elenco. Un conjunto que funciona tanto a nivel interpretativo como por la complicidad del reparto. Entre las caras más conocidas encontramos a Quim Gutiérrez, Natalia Tena o Ernesto Alterio. Los tres pilares en los que se sustenta la vuelta a la dirección de Laura Mañá. Aunque no dejan de rodearse de buenas apuestas que aportan su granito de arena a la propuesta: Alfonso Bassave, Alba Ribas y Patricia Vico.

Quim Gutiérrez es uno de los mejores actores españoles que encontramos en nuestro país. Es un actor que sabe hacer suyos los personajes y manejarlos con tanta naturalidad que conquista la pantalla. El problema es que los papeles que le dan en la comedia española terminan encasillándole en el mismo prototipo que siempre suele representar. Personalmente, no me supone un problema con este actor, aunque sí con otros, porque Quim Gutiérrez tiene esa cercanía con el espectador que, cualquiera que no le conozca, siente que es tal y como los papeles cómicos que interpreta, con esa torpeza, esa ironía, es ingenuidad y gracia natural. Un aspecto que Laura Mañá explota al máximo con las escenas en las que el personaje de Marcos se dirige directamente a cámara para hablarnos a nosotros, un “cara a cara” que es de lo que mejor funciona en esta comedia.

Y es que sin grandes pretensiones y rompiendo con la regla de la directora de ahondar en la crítica social, ‘Te quiero, imbécil’ nos hace pasar un rato agradable y nos arranca alguna que otra carcajada en una película donde Quim Gutiérrez parece Bridget Jones al más puro estilo español.